martes, 13 de febrero de 2018

NUEVOS EN CRISTO

En la actualidad, el adjetivo "nuevo" y la idea de novedad suelen estar muy condicionados, ya que las personas nos hemos acostumbrado a asociarlos a las cosas que se venden en las tiendas y que incluyen una etiqueta que indica su precio, su origen y el nombre del diseñador, el cual, mientras más prestigio tenga, mejor.

Sin embargo, cuando este adjetivo y esta idea queremos asociarlas con el ser humano, se nos hace simplemente imposible y, a lo mucho, llegamos a utilizarlos de manera poética o metafórica, sin que por eso estemos diciendo una verdad. 

Más aún, desde la ciencia existe la convicción de que los seres humanos desde nuestro nacimiento, al mismo tiempo que salimos del vientre materno y comenzamos nuestro desarrollo y crecimiento, simultáneamente y aunque nuestras células se regeneren constantemente, eso no impide que los días, los meses y los años se vayan sumando en nuestra existencia.

Desde esta perspectiva es totalmente lógica la pregunta que el magistrado Nicodemo le lanza a Jesús en aquella noche: ¿Cómo puede un hombre ser nuevo siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar de nuevo en su madre y volver a salir?

La respuesta que Cristo le da a aquel hombre  - que debía saberla, pero no fue así- una perspectiva hasta entonces para él desconocida. Jesús le explicó que la novedad de la que Él hablaba sólo era posible por la acción de un agente que supera los límites físicos de este mundo; pues mientras lo único que en la actualidad puede hacerse se reduce a retardar el envejecimiento o a reciclar un material para volver a utilizarlo, el Espíritu, al ser SIEMPRE NUEVO, es capaz también de hacer NUEVO todo lo que interactúe con Él.

Por eso, cada uno de nosotros, al igual que Nicodemo, recibimos de Dios esta misma opción y posibilidad, que sólo puede verificarse desde la disponibilidad de nuestra libertad, desde la decisión personal de un corazón que se abre a la acción ilimitada de alguien que lo ama más allá del tiempo y del espacio y que no reduce su acción creadora a una simple realización mecánica de objetos y personas, sino que su acción creadora es siempre constante y factible y es capaz de hacer nacer de nuevo a todo aquel que entre en este flujo divino de la constante novedad.

NUEVO proviene de las palabras en latín NON OEVUS, es decir, lo que no envejece o - para ser más exactos, lo que no está sujeto al tiempo ni a su acción. Por tanto, ser NUEVOS EN CRISTO no significa que el tiempo no ejerce su influencia física en nosotros, sino que por la fe, superamos estas condicionantes y la misma VIDA DE DIOS sucede en nosotros, actúa en nosotros y nuestro tiempo se ve rebasado por los efectos de la eternidad y podemos comenzar a vivir sin estar determinados por el peso del pasado o los límites de los impulsos humanos.

SER NUEVOS EN CRISTO es, pues, más que una frase romántica: es aceptar la realidad de que Dios quiere y puede realizar en nosotros los efectos de su amor y de su misericordia. Por lo tanto, dispón tu corazón a esta intención de Dios. En este sentido, la oración que el Papa Francisco nos propone en su Exhortación Apostólica puede ser un buen comienzo:Éste es el momento para decirle a Jesucristo:<<Señor, me he dejado engañar de mil maneras, de mil maneras escapé de tu amor; pero estoy aquí otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores .>>

Sólo ten presente una cosa: todo esto se activa por medio de la Fe en Jesucristo. Ojalá que este día sea TU DÍA para tomar la decisión de comenzar a ser NUEVO EN CRISTO.

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